Subo hacia la montaña y veo el mar. Azul, inmenso, impresionante, bellísimo. Los azules se mezclan con los verdes, el azul turquesa refleja la luz del sol que se derrama en reflejos dorados sobre el agua.
Me gustan las islas porque desde casi todos los lugares lo ves, lo sientes, lo oyes. Como un gran dragón palpitante que puede despertar en cualquier momento y engullirte.
Adoro el mar cuando está sereno, cuando se vuelve bravo, cuando acaricia la arena y se retira con un susurro enamorado.
Me llama el mar, como si alguna vez hubiera formado parte de su vida. Como si en algún momento hubiera vivido bajo sus aguas y nadado junto a otros seres.
Una vez vi fundirse el cielo con el mar y supe que… yo era el mar.
Hola María!
Que sepas que yo llevo un dragón que asoma a través de mi hombro izquierdo y el mar en el corazón, como todos aquellos que alguna vez se han dejado arrullar por su sonido entre las rocas. 😉
Besazos.
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Pues que sepas que ya me imaginaba yo algo así. El fuego del dragón y el sentimiento del agua. Buena combinación. Abrazotes para ti y tu dragón.
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Así que ya te lo imaginabas… no, si al final van a tener razón los que dicen que eres medio bruja 😀
Aquí te dejo una foto de mi dragón interior abriendose paso 😀
https://huorgaldorion.wordpress.com/2011/07/21/inside-out/
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Pues si, igual algo tengo de brujilla. Oye, pedazo de dragón 🐲. Espectacular…!
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El mar, siempre sublime y maravilloso!
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Azul e inmenso. Misterioso y eterno. No hay nada como el mar. Un abrazo grande, Franco.
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Si escribes o hablas del mar ahí, ahí me tendrás a mí. Cualquier día me fundo con él. Un abrazo.
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Ahí estamos las dos, Paz. Sintiendo el mar como una parte de nosotras. Somos el mar. Besetes.
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El mar no es más que la vida misma.
Saludos, María.
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