Categoría: Pensamientos

Era feliz…

Intento dormir, pero no puedo. Hoy ha sido un día difícil.

Luis era una persona feliz.

Su mujer, su hija, sus amigos, su trabajo.

La vida simple y sin complicaciones de un espíritu bueno que necesita, tan solo, lo que puede ver y tocar.

Hoy le he visto en el hospital deshecho en llanto. No puedo quitármelo de la cabeza.

cansancio

Hoy ha nacido su hijo. Le veo delante de aquel cristal que protege las cunitas de los recién nacidos. Hay un niño diminuto. Me lo enseña.

Parece como los otros bebés, pero ¡no! no es igual. Este es un niño diferente, por eso será especialmente querido.

El padre va al otro lado del cristal. Es grande y fuerte y ahora acuna a su hijo con una delicadez infinita, como si fuera un tesoro. Como si quisiera transmitirle su calor y decirle, sin palabras, que su amor le salvará.

El me ha mirado y he visto las lágrimas que brillaban en su cara. Una de ellas ha caído sobre la carita del bebé. El pequeño ha abierto los ojos. El padre ha sonreído.

Y yo me he alejado de allí con el alma hecha añicos.

Al llegar al coche era yo la que lloraba.

¡Cómo te puede cambiar la vida en un minuto¡ No lo entiendo.

Me pregunto si podemos dirigir nuestro destino o somos meros espectadores de un futuro ya establecido.

Quiero pensar que decidiré los caminos por los que quiero transitar, pero algunas veces dudo de que yo pueda decidir algo.

Luis era una persona feliz.

En tiempo…

… de adagio, lento, muy lento…

Aquellos encuentros rápidos al cruzarse en la escalera de su casa. Unas pocas palabras de conversación sobre el tiempo y poco más.

Hasta aquel día en que él le dijo que era músico. Que la música siempre había sido su pasión.

Mirando sus ojos y viendo el movimientos de sus manos, ella adivinó que todos los momentos de aquel hombre estaban teñidos de melodía.

piano1

Comprendió entonces, aquella mirada dulce y suave, agradable (piacevole) con un toque apasionado (passionato).

Intuyó que su vida estaba marcada por un tempo que no era el suyo y por eso transcurría con variaciones (variazioni) mientras su espíritu se escondía disfrazado de sordina (sordine).

Supo qué le llevaba a oír ese tono a través de las ventanas y por qué empezaba con un pianissimo para terminar en un crescendo nervioso.

Desde el dolor (duolo) a la alegría, desde la risa al llanto, desde el entusiasmo (slancio) a la serenidad y  desde la profundidad a la ligereza (scherzo) todo se plasmaba en una partitura a la que él llamaba vida. Y el papel se iba llenando de allegros, arpegios, cadenzas, fortissimos…

Pero hoy, la melodía ha cesado. La partitura no ha podido concluirse y la música se tiñe con tonos de tristeza.

Ya no verá su sonrisa dulce y suave, ni tampoco oirá a través de la ventana como él escribe a golpes de melodía la historia  de su vida.

Ella tiene la mirada empañada por las lágrimas… no le conocía demasiado… pero sí a su música…

Leer…

He entrado en la biblioteca de nuevo, y al pasear la mirada por la multitud de libros que la llenan, no he podido evitar que llegaran los recuerdos de aquellos años en los que sentada en el sillón de orejas y con las piernas que no me llegaban al suelo, devoraba todo lo que caía en mis manos.

Cuantas horas he pasado aquí. No sé cuando empezó a picarme el gusanillo de la lectura porque tengo la sensación de que nací con un libro en las manos.  Y algunos de los mejores momentos han sido precisamente en este lugar. Luego han llegado otros lugares donde leer que han sido menos confortables, aunque no menos disfrutados, pero este… ha sido especial.

Quizá por el olor que desprendían el papel y  las cubiertas junto con el de la cera que se utilizaba para abrillantar toda la madera, no sé! Pero ahora esos aromas tan de moda que llenan nuestras habitaciones, nunca han sido para mí tan sugestivos como aquella combinación.

mas libros

Aquí fue donde descubrí que leer era la fascinación de vivir otras vidas muy diferentes a la mía, de conocer a personajes que sólo se cruzarían en mi camino a través de aquellas líneas.

Ahora miro los lomos de los libros y me viene a la mente los ratos que he pasado simplemente, observando cómo cambiaba el color de sus tapas a medida que avanzaba la tarde. Luminosos por las mañanas, severos de noche. Ordenados por tamaños, en un orden perfecto, como nunca he vuelto a verlos. Cómo los cogía con un temor, casi reverencial, por miedo a estropearlos y ganarme una riña.

Añoro aquellas tardes en las que, libre de preocupaciones, con un libro en las rodillas me olvidaba de todo lo que ocurría a mi alrededor. De aquellas tardes en las que comprendí que nunca podría dejar de leer, porque leer era vivir muchas vidas teniendo sólo una.

Ahora los libros se amontonan en las estanterías de mi casa y aunque intento que todo tenga su orden y su concierto, nunca lo consigo. Parece que tengan vida propia.

Hoy cojo uno de Alice Munro, mañana quiero volver a leer aquella frase que encontré en un libro de Auster, pasado los poemas de Valente y al otro Nemirovsky despierta mi interés y así van saliendo de las estanterías para regresar sin un lugar definido. Esperando que, otra vez, mi curiosidad me lleve hasta ellos y los demás que ocupan a su lado todo el espacio que tengo libre.

Atrás quedó la biblioteca y su silencio, pero ahora aunque sin orden ni concierto, en la mañana o en la tarde, incluso sin silencio… sigo necesitando leer como lo necesitaba entonces.

Me reprocho a mí misma por pensar (cada persona debe hacer lo que le satisface) que las personas que no les gusta leer se pierden momentos únicos, pero es que… yo no sé caminar si no es con un libro en la mano… aunque sea digital!

Algunas veces…

… quisiera…

Sentarme a ver pasar la vida.

Ya sé hay que vivirla y no pasar simplemente por ella, pero hay momentos en los que mirarla tranquilamente y desde fuera debe ser como una especie de catarsis que nos ayuda a saber lo que queremos y deseamos.

Y no es que yo no lo sepa, que lo sé.

Es sólo la necesidad de detenerte un instante, como cuando el tren para en una estación y podemos mirar a nuestro alrededor y captar los matices de los escenarios que nos rodean. Contemplar los rostros de las personas que cruzan por delante de nuestra ventanilla y comprobar los distintos sentimientos que se mueven en todas direcciones.

2013-07-22 17.30.32Sería cerrar los ojos y envolverte en una burbuja donde no existe nada más que tú y la necesidad que tienes del silencio absoluto.

Cómo si nada existiera, ni el pasado ni el futuro, tan solo un presente detenido en un stand by que te ayuda a cargar las pilas.

Porque eso es lo que necesitas para vivir con la intensidad que tú crees que hay que vivir la vida…